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ATENEO DE MARBELLA
AGUSTÍN RIVERAMARBELLA.-La Marbella cultural quiere enterrar el síndrome posMalaya. Y qué mejor homenaje que una charla con uno de los novelistas vivos más prestigiosos. El hotel El Fuerte (50 años de vida) se empieza a llenar de gente. Al fondo de la puerta, aparece un hombre muy delgado, con casi cinco kilos menos que a finales de abril, cuando le concedieron el Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Málaga. Mario Vargas Llosa. Se le nota su paso por la clínica Buchinger. Estricto ayuno de tres semanas: sólo toma agua. MVLL va a presentar el libro de otro peruano, arquitecto, su íntimo amigo Alfredo Montagne. Organiza el Ateneo de Marbella.Vargas Llosa diseccionó la arquitectura de su compatriota, alejada de la exhibición, la espectacularidad y la pretensión, tres elementos de la arquitectura contemporánea que el escritor aborrece especialmente. Montagne es autor de la rehabilitación de interior de la casa de Vargas Llosa en Madrid, en la Plaza de las Descalzas.MVLL le pidió –casi exigió– que los personajes de la casa fueran los libros y no las personas. Y lo logró: “Mis libros, Patricia –su mujer– y yo estamos en igualdad de condiciones”. “Su querencia por la elegancia y el buen gusto no están reñidas con la audacia y la temeridad”. Así definió Vargas Llosa la arquitectura Montagne.Marbella, su arquitectura y su futuro saltaron como un resorte en el coloquio. MVLL fue realista: “Es absurdo pensar en una Marbella de cabañitas y bungalows. Eso ya es pasado y no tiene ningún sentido lamentarse a estas alturas de la historia”.Vargas Llosa ofreció un mensaje inequívoco: “Marbella tiene que salvar lo mucho que queda por destruir. Lo que se puede salvar hay que salvarlo”. El autor de La casa verde tildó como “bazas extraordinarias para el futuro de la ciudad” su “clima excepcional, no sólo en España, sino en Europa”, la “vegetación” y la “fidelidad” a Marbella, un imán que atrae a la gente que ha sido feliz, ha encontrado aquí su sitio y por eso vuelve”. En alusión burlona al estilo Churrigueresco, Montagne calificó de “horrigueresca” la arquitectura de Marbella de la era GIL. Y resultó optimista: “La solución está en manos de los políticos”.Tras la charla, el arquitecto y el escritor se dirigieron al restaurante Santiago. ¿Celebrarían el fin del ayuno?AGUSTÍN RIVERAMARBELLA.-La Marbella cultural quiere enterrar el síndrome posMalaya. Y qué mejor homenaje que una charla con uno de los novelistas vivos más prestigiosos. El hotel El Fuerte (50 años de vida) se empieza a llenar de gente. Al fondo de la puerta, aparece un hombre muy delgado, con casi cinco kilos menos que a finales de abril, cuando le concedieron el Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Málaga. Mario Vargas Llosa. Se le nota su paso por la clínica Buchinger. Estricto ayuno de tres semanas: sólo toma agua. MVLL va a presentar el libro de otro peruano, arquitecto, su íntimo amigo Alfredo Montagne. Organiza el Ateneo de Marbella.Vargas Llosa diseccionó la arquitectura de su compatriota, alejada de la exhibición, la espectacularidad y la pretensión, tres elementos de la arquitectura contemporánea que el escritor aborrece especialmente. Montagne es autor de la rehabilitación de interior de la casa de Vargas Llosa en Madrid, en la Plaza de las Descalzas.MVLL le pidió –casi exigió– que los personajes de la casa fueran los libros y no las personas. Y lo logró: “Mis libros, Patricia –su mujer– y yo estamos en igualdad de condiciones”. “Su querencia por la elegancia y el buen gusto no están reñidas con la audacia y la temeridad”. Así definió Vargas Llosa la arquitectura Montagne.Marbella, su arquitectura y su futuro saltaron como un resorte en el coloquio. MVLL fue realista: “Es absurdo pensar en una Marbella de cabañitas y bungalows. Eso ya es pasado y no tiene ningún sentido lamentarse a estas alturas de la historia”.Vargas Llosa ofreció un mensaje inequívoco: “Marbella tiene que salvar lo mucho que queda por destruir. Lo que se puede salvar hay que salvarlo”. El autor de La casa verde tildó como “bazas extraordinarias para el futuro de la ciudad” su “clima excepcional, no sólo en España, sino en Europa”, la “vegetación” y la “fidelidad” a Marbella, un imán que atrae a la gente que ha sido feliz, ha encontrado aquí su sitio y por eso vuelve”. En alusión burlona al estilo Churrigueresco, Montagne calificó de “horrigueresca” la arquitectura de Marbella de la era GIL. Y resultó optimista: “La solución está en manos de los políticos”.Tras la charla, el arquitecto y el escritor se dirigieron al restaurante Santiago. ¿Celebrarían el fin del ayuno?
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